Gracias por regalarme ese cielo, gracias por esa noche, gracias por la gota de tu perfume, por tu calor, por tu aliento.
Aquí en las noches no hay estrellas, gracias por mandarme una cada noche.
Alberto si me he quejado de algo de aquí, ha sido mentira, todos y todo han sido buenos conmigo, pero sin ti, poco significa y la distancia me hace darme cuenta que te quiero tanto (o más) como a mi propia piel.
Te adoro.